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EXHUMA, de hígado y trucha

  • Borja del Rey
  • 5 nov 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 12 nov 2024


Cartel de la película Exhuma de Jang Jae-hyun. Los protagonistas de la película al borde de una exhumación con un mal que acecha.
Cartel alternativo de Exhuma de Jang Jae-hyun

Antes de arrancar con la película que nos ocupa, tengo que avisar que no puedo ser objetivo con el cine coreano. Me gusta casi todo lo que hacen en el país asiático desde hace algunos años. En general, todo lo asiático, pero el coreano es un cine que tiene algo que no sé explicar que me hace vibrar en especial.


Le seguía la pista desde hacía meses a Exhuma. Por eso, el destino quiso que la viera dos veces en 10 días y en dos entornos totalmente distintos durante el Festival de Sitges: en la sala Tramuntana, con pantalla ridícula, pero con “charleta” del director Jang Jae-hyun, que estuvo presente en la sala junto con uno de los productores principales, y en el Auditori, donde pudimos disfrutar de una pantalla de gran tamaño y un sonido espectacular.


No obstante, me alegro de haber estado en ambas sesiones. La primera me sirvió para meterme en el mundo de la mitología coreana sin conocimientos previos. Y la segunda me permitió ahondar en la historia y los significados de todas las referencias y simbología que permitían entender la trama de una forma más coherente. Y justo esto es lo que aconsejo si se quiere disfrutar de la cinta. A no ser que tengas conocimientos profundos de la mitología, el feng shui y la historia coreana, en particular de la dinastía Joseon.


Dicho esto, a grandes rasgos, Exhuma es una película de chamanes y geomantes que ayudan, a cambio de dinero, a personas, con dinero, que tienen problemas con espíritus. En primera instancia, pudiera parecer que no tiene nada de especial, nada que no hayamos visto antes. Alguien, por algún motivo, puede conectar con el más allá, o el punto intermedio, y hacer que sucedan cosas que los mortales de a pie no podemos hacer. Pero Exhuma va de revolver el pasado cuando no se debe y cabrear a quien no se debe. Como el nombre de la película dice, la historia gira en torno a las exhumaciones de cadáveres y en cómo despertar viejos “fantasmas” nunca es buena idea.


La película se divide en varios capítulos de una forma, para mi gusto, algo tosca. La trama, a su vez, tiene dos mitades bien marcadas. Casi podríamos hablar de dos películas distintas dentro de una misma. Una parte más comedida, con insinuaciones y misterio, pero con poca “chicha” que mostrar, y una segunda parte mucho más explícita que roza el terror.


La historia nos muestra la evolución de cuatro personajes que se reparten a partes iguales los roles de geomantes y chamanes, recorriendo el ya conocido “camino del héroe” que los llevará de utilizar sus dones para ganar dinero a ser algo más, que tan sólo podremos descubrir tras 134 minutos muy productivos.


Entre los actores, cabe destacar el papel de Choi Min-sik, un viejo conocido del festival, puesto que es el protagonista de Old Boy, que ganó el premio a la Mejor Película del Festival de Sitges en 2004.


En definitiva, Exhuma es una película que lo hace bien en todos sus apartados. Nos entretiene de principio a fin sin estresarnos demasiado, pero sin dejar que nos aburramos. Al mismo tiempo, nos enseña detalles de la cultura coreana que tan poco conocemos y nos hace respetar a nuestros antepasados, porque ellos, estando en sus tumbas, tienen hambre y, al ser despertados, piden a gritos menú de hígado y trucha.

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